En un instante, con el simple roce de un dedo, un universo se rompe. La perfección redonda y transparente estalla en miles, millones de gotas brillantes que se expanden y transforman. Ese universo está dentro de otro en el que la vida continúa, ajeno a la destrucción que ocurre en sus esquinas. Morki sabe que, en un abrir y cerrar de ojos, la vida y lo no vida se crean y se destruyen, aquí, allí y en el más allá. Con un telescopio interuniversal, Morki contempla la explosión del universo, el fin de una belleza efímera, la transformación de un cosmos en un microcosmos. No sabe lo que es una pompa de jabón, nunca ha visto un niño, sólo es un experto en universos paralelos. Se le ha hecho un nudo en el estómago o en lo que sea que tiene dentro de sí y que se encoge cuando ve algo que le emociona. No sabe que enseguida, otra bola redonda surgirá y un niño la volverá a explotar. Cierra su telescopio, inquieto. La luna entonces se asoma con timidez en nuestro universo, con la certeza de que él ya no puede verla.
Me gusta muchísimo ésta confluencia que se gesta en tu cuento que contiene miradas dentro de paralelismos hacia la constante dinámica de los universos y el espacio.
ResponderEliminarSi supiéramos que permanecer totalmente quietos en la pureza vasta del infinito, tanta quietud nos encaminaría a la paz universal y el nuevo orden que tanto ha que venimos añorando.
Pidan a la masa de la nueva revolución que se gesta en España que haga ésto todos enfocados en un trance de paz y van a generar tanta que se impondrán a las desgastadas fuerzas de poder que ya no funcionan pues actúan contra la mente colectiva.
Si Gandhi logró echar a los ingleses con un mínimo de sangre, ha llegado el tiempo de España de liderar el nuevo comienzo.
Carlos, me sorprende hasta donde has llegado al leer este micro. Yo también creo que la paz puede conseguir mucho más que la fuerza y la guerra. La revolución pacífica se impondrá
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