Y dio otro bocado a ese sandwich aplastado que tanto le encantaba. A él nunca le salió uno como los de Romina; incluso había logrado hacerlos girar en el aire para darles la vuelta con un preciso movimiento de muñeca mientras asía la sartén fuera del fuego, podrían tener la misma apariencia pero nunca sabrían igual.
-Ahora, aunque te parezca cínico, incluso sádico, no pienso dejar de disfrutar del último sandwich aplastado hecho por ti, querida; aunque no lo hayas preparado para mí. - Dijo Jacobo, mirando a los ojos, como canicas, de Romina, mientras se chupaba sus manchados dedos-.
¿Qué le ha hecho a Romina, para que sea el último? Me dejas con esta duda para todo el día.
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Saludos desde el aire.
jajaja, resultón.
ResponderEliminarEstoy contigo, la infidelidad en los sándwiches nunca debe perdonarse. Hay un límite.
ResponderEliminarQué siniestro O.o Nunca pensé que comerse un sandwich podía resultar tan... ¿incómodo?
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¿La mató? ¿De que era el sanwdwiche para que no supiera preparárselo él?
ResponderEliminar¡Ay! Qué escalofriante, más que el cinismo me queda la imagen del cínico chupándose los dedos manchados ¡pensamiento sangriento!
ResponderEliminarme gusta tu relato :)
ResponderEliminarCruel!!!
ResponderEliminarY bueno, muy bueno, David
Abrazos
Lo leí nuevamente y le encontré más gustito, ;)
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