miércoles, 11 de mayo de 2011

Madre

Ella era una perdedora.

Nunca tenía tiempo para sonreír, siempre ocupada hilvanando vestidos para muñecas que querían ser princesas, zurciendo abrazos rotos aquí y allí pero nunca a mí alrededor, sin darse cuenta de que yo sólo quería que me cosiera bien fuerte en su borde.


Cuando el sol se asomaba por el balcón del horizonte me enviaba a comprar una botella de whisky para la comida y, mientras caía la tarde, me escondía bajo las mantas para no oír saltar los corchetes que sujetaban su pena.


A veces la buscaba entre los pespuntes de sus dedos pero ella escondía las manos recordándome que, si yo no estuviese allí, todo sería de otro color.


Lo peor ha llegado ahora. Se ha hecho mayor y no quiero que se muera sin haberle bordado un beso en el corazón.

6 comentarios:

  1. Qué triste y hermoso. Resume con aparente sencillez muchas historias familiares. Enhorabuena.

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  2. Hasta el cuero mejor curtido, se desgasta. Puede que así logres bordarle el beso.
    Duro y tierno.
    Saludos

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  3. Una historia cargada de una realidad dramática precisa.
    Muy bueno Tonet!
    Abrazos!

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  4. Poético y patético. Felicidades.

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  5. Realmente bueno. Qué destreza con la pluma. Me ha gustado mucho.

    Un saludo.

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  6. Tan terrible y tan hermoso… No puedo decir más. Todavía lloro.

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