En ese justo momento en que se ven las almas por dentro(al mirarse a los ojos), hasta las palabras se espantan. Penoso, pero sabroso (por decirlo así) tu relato.
Muy bonito, Anita. Cuando las palabras no expresan lo que sentimos, cuando por temor dos personas no se atreven a entregarse el uno al otro. Precioso este cuento de cobardes en la cafetería. Besos
Es tan bello, Anita, y leerlo así, con sus pausas, es más bello aún!! clap clap clap!!!
ResponderEliminarPrecioso. Me sumo a los aplausos
ResponderEliminarSaludillos
Da un poco de pena ¿no?
ResponderEliminarEn ese justo momento en que se ven las almas por dentro(al mirarse a los ojos), hasta las palabras se espantan. Penoso, pero sabroso (por decirlo así) tu relato.
ResponderEliminarUn saludo desde Rep. Dominicana,
Andri
Por eso nunca hay que perder el poder de comunicarse con palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bonito, Anita. Cuando las palabras no expresan lo que sentimos, cuando por temor dos personas no se atreven a entregarse el uno al otro. Precioso este cuento de cobardes en la cafetería. Besos
ResponderEliminarY el dibujo una maravilla, me voy a visitar su blog ahora mismo
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