Se conocían hace muchos años. Habían compartido juntos episodios románticos, escenas inolvidables y novelescas historias de amor. Se podría decir de sus vidas que desde que se cruzaron en aquel cuento de hadas, él siempre fue un príncipe azul para ella y ella, una doncella de finas maneras para él. Ahora, por fin, y como todo el mundo esperaba de aquella inagotable pasión, había llegado el momento y los dos estaban a punto de darse el sí quiero definitivo:
-Estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a Armando y Lucía -dijo el cura-. Si alguien se opone que hable ahora o que calle para siempre -prosiguió.
En la última fila, agazapado y con la mirada fija de los familiares sobre su boca, el narrador levantó la mano.
Excelente.
ResponderEliminarTanto principeazulismo y princesarrosismo tenía que tratarse de un cuentote.
Más le vale al narrador decir algo bueno y lindo, pero...Me ha gustado. Un abrazo
ResponderEliminarMi deseo coincide con el de Héctor, pero soy pesimista.Para que intervenga el narrador y la historia no decaiga ... ja ja.
ResponderEliminarEs un gusto leerte Daniel
Por supuesto, si no sigue narrando no hay boda jajaja
ResponderEliminarSaludillos
Pues no haber llegado ahí caray.
ResponderEliminarBicos Daniel.