Estamos condenados a inventarnos una máscara y, después, a descubrir que esa máscara es nuestro verdadero rostro.
Octavio Paz
Es inútil escapar de uno mismo, tarde o temprano nos topamos con nuestro propio ser, nos guste o no. Es mejor llevarse bien con él. Si te enfadas, no puedes dar un portazo y dejarle plantado con un palmo de narices, siempre viene detrás de ti. Te tomas unas copas, o un par de canutos y lo olvidas por una noche, pero al día siguiente, entre el dolor de cabeza de la resaca, aparece con esa sonrisa de suficiencia, como diciendo: no te librarás de mí tan fácilmente. Hace tiempo que intenté ser otro y con una máscara he engañado a mis semejantes, pero a él no puedo engañarle, aunque a fuerza de la costumbre, me ha confesado que cada vez se parece más a esa máscara esperpéntica que le he puesto. El problema es que él no me gusta, pero la máscara todavía me gusta menos.
Muy bueno, qué difícil es a veces aceptarse, y nos revelamos y enfadamos a nuestra yo, como si fuera otra distinta a nosotras mismas.
ResponderEliminarMuy buena reflexión.
Un abrazo
Su y tú habéis coincidido. Estupendo ver dos versiones diferentes que parten de una idea parecida. Me gustó, Puri.
ResponderEliminarHuída hacia delante que se acerca cada vez más a su yo alejado, una auténtica dicotomía de sugerencias.
ResponderEliminarBlogsaludos
Pues sí, qué casualidad, Puri.
ResponderEliminarEn estos casos, yo creo que lo mejor es hacerse amigos, aceptarse y amarse tal cual son, porque seguirán juntos por muuucho tiempo.
Abrazos
gracias por vuestros comentarios, hay que quererse cada vez más, si no lo hace uno mismo, ¿quién lo va a hacer?
ResponderEliminarEl problema más bien siento que subyace en ver quién está presente al quitarse todas las máscaras.
ResponderEliminarFantástico¡¡¡ intenso¡¡¡
ResponderEliminarUn abrazo :)
Las máscaras nunca son buenas, no llevan a ninguna parte.
ResponderEliminarBicos Puri
Qué razón tienes Carmela, pero qué fácilmente nos las ponemos para aparentar lo que no somos o lo que queremos ser
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