domingo, 13 de marzo de 2011

Insomne

De tanto en tanto sucede que, involuntariamente, despierto a la gárgola de Saint Gervais: varios pestañeos  y suspiros coordinados, y ya está ella abriendo los ojitos y desplegando alas. Se anima en la noche  y emprende vuelo sobre la Rue des Barres  hacia mi tejado.

Para ese entonces, y aún ignorante de su osadía, yazgo en mi cama intentando dormir.
Torpe, desprolija -entumecida quizá-, la delatan sus pezuñas en las tejas cuando llega.   Irremediablemente insomne,  oigo sus  pasos arriba, mientras  elige el lugar donde sentarse;  pretenciosa en más de un sentido (se horroriza de las canaletas simples),  escoge sólo las molduras que dibujan encajes en la piedra.

Yo, que hace tiempo me prometí mudarme a un barrio sin iglesias, de improviso, recuerdo  que son mis juramentos vanos  los que la convocan.  Y la  percibo paciente, con las orejas ansiosas por escuchar culpas.  Entonces sonrío bajo la sábana y comienzo a recitar mis faltas. Invento pecados y pesares, prometo comenzar a cumplir  mis promesas so pena de suplicio.  Sé que eso la contenta porque al rato se ha marchado. 

Finalmente vuelvo a  intentar dormirme,  sin saber qué hacer con el rosario que me dio por  penitencia, y decidida a salir a buscar nueva habitación por la mañana.

5 comentarios:

  1. Que relato tan extraño, y que bonito. Deja ganas de saber más.

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  2. Muy hermoso.
    Ilustra claramente como los cultos siembran culpas.

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  3. Historia que se dibuja entre tejados y arrastra sus vientos melódicos. Me ha gustado leerlo.

    Blogsaludos

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  4. Este micro tuyo es uno de mis favoritos.
    Siempre es un gusto releerte Moni.
    Un abrazo

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  5. MA, Carlos, Adivín, Patricia, muchas gracias por dejar sus comentarios.
    Abrazos a cada unos.

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