The upper class (Kitagawa Utamaro) |
De la unión de Amaterasu, diosa del sol, y del rey Yamatumi nació un varón al que pusieron por nombre Kijuro. Deseosa de que su hijo alcanzara la inmortalidad, Amaterasu tenía decidido desposarlo con una diosa; pero Kijuro, antes de cumplir quince años, se enamoró de una damita de la corte llamada Isako, a la que, temeroso de despertar los recelos de su madre, regaló un pai pai redondo, de seda blanca y mango de marfil, indicándole que lo utilizase durante el día para esconder su rostro y así pasar desapercibida.
Durante veintiocho noches, aprovechando el descanso de Amaterasu, Kijuro e Isako gozaron de su amor, hasta que la número veintinueve, como se acercaba ya la primavera, la diosa adelantó su despertar y sorprendió a Isako mientras abandonaba el aposento de su hijo. Amaterasu, enfurecida, expulsó a la muchacha del reino y la condenó a vivir eternamente en la oscura bóveda del cielo. Desde entonces Isako, en su soledad, juega con su pai pai y lo abre y cierra lentamente, empleando en ello veintinueve días, doce horas y cuarenta y cuatro minutos: el tiempo exacto que duró su felicidad.
Pativanesca
Pativanesca
Bello relato, Elisa. Ya no volveré a ver la luna de la misma manera. Un abrazo.
ResponderEliminarBello bellísimo!!!
ResponderEliminarNos has regalado otro cielo.
Un beso grande Elisa
Bonita leyenda, muy logrado el aire que la historia merecía, que la hace ser una leyenda de verdad.
ResponderEliminarUn beso.
Bello relato. es comou cuadro de fantasía japonesa. Felicitaciones.
ResponderEliminarSaludos.
Delicioso.
ResponderEliminarBlogsaludos
Maravilloso, Elisa. La leyenda de la luna, con toda la delicadeza de las leyendas orientales. Me encanta la figura del pai-pai abriéndose para ocultar el rostro de la luna.
ResponderEliminar"El tiempo exacto que duró su felicidad". Toma final que justifica una fantasía oriental.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy hermoso y delicado, felicidades.
ResponderEliminar