Ya era demasiado mayor y no salía nada de casa, por lo que decidió aplicar aquél procedimiento que de joven ya había usado; paso, piedra, paso, piedra... siempre dejando rastro por la habitación, por el baño, la cocina... A él no le pasaría lo que a los demás, que se fueron y no supieron volver. Llegado el momento, haría lo que de niño hizo con su hermana en el bosque... regresaría.
Este esta siendo un domingo lleno de Susanadas. Te he encontgrado en tu blog, aquí y en "Musas"... qué linda sobredosis.
ResponderEliminarBesos... y recuerdos a Chula. Dile que la extraño.
Querida su, con que ternura nos has enseñado lo triste que se vuelve la vejez...a veces. Un abrazo.
ResponderEliminarBravo!
ResponderEliminarMe encantó leerlo de nuevo.
Un abrazo.
Paso, piedra... me gusta
ResponderEliminarSaludillos
Y además aprendió que no debía echar migas de pan, que se las comen los pájaros. Me ha encantado ese dejar rastro, para no perderse uno mismo.
ResponderEliminar