Pierdo los ojos entre las páginas de mi libro nocturno, se me caen de sueño y luego me cuesta recuperarlos para ponerlos en sus cuencas, a saber en qué página me asaltó el monstruo del sueño. Ese monstruo que abre la boca en cada bostezo y que nos devora cada noche para devolvernos la vida. Paso las páginas y pienso en cómo voy a encontrar mis ojos, si están en el libro no tengo con qué verlos. Así que dejo el libro abierto en la mesilla y me duermo con la confianza de que durante la noche mis ojos saltarán del libro y volverán a sus cuencas. De lo contrario, ciega para siempre.
Eso me pasa a mi cada noche, y un día pierdo el cuello también ;)
ResponderEliminarVolvieron, supongo, si no como escribiste esto?
Abrazos
Creo que esa es una experiencia bastante común, jeje.
ResponderEliminarAbrazos
Me ha encantado!!! Yo no es que pierda los ojos, es que recuerdo durante la carrera cómo seguía leyendo en sueños. Lo sé porque al despertarme recordaba cosas de los libros que no estaban escritas.
ResponderEliminarSaludillos
A mí también me pasa eso con los ojos, menos mal que al despertar todo está en su sitio.
ResponderEliminarMuy bueno, Puri.
Un abrazo.
El caso es que los encuentres meniña.
ResponderEliminarBicos grandotes.
Muy bueno, Puri. Me encanta cómo describes ese momento en el que el sueño te secuestra contra tu voluntad. A mí me pasa cada noche.
ResponderEliminarBesitos
Gracias a todos por vuestros comentarios. Veo que es una sensación bastante común entre los lectores... Pero afortunadamente sí, al día siguiente los encontramos en su sitio. Es que los libros guardan y descansan muy bien los ojos durante la noche.
ResponderEliminarBesos
Nos ocurre, nos ocurre a algunos. Muy bueno.
ResponderEliminarNos ocurre a todos :) Pero al amanecer, todo vuelve a su sitio...gracias a Dios. Un abrazo Purificación.
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