Mientras flotaba en el río, miraba aquellas pequeñas cosas que siempre le fascinaron... el revoloteo de las mariposas, los rayos del sol intentando perforar las blancas nubes... le empezaba incluso a gustar su piel arrugada por estar tanto allí metida y el movimiento de su larga melena en el agua le hacía parecer que ésta tenía vida propia, lo que en cierta forma era gracioso... Así pasaba el tiempo, en el agua, siempre flotando, esperando algún día poder dejar de hacerlo, entre tanto... seguiría sin cerrar los ojos contemplando el cielo azul.
Se me han puesto los pelos como escarpias. Me la imagino tan blanca, tan a merced de la corriente... Muy inquietante tu brillante relato, Su.
ResponderEliminarUn abrazo.
Era idílico hasta que leí: "esperando algún día poder dejar de hacerlo"... Me que quedado sobrecogida.
ResponderEliminarUn beso.
Todo ha pasado de un momento de gran felicidad y calma al más insufrible de las calmas: La muerte.
ResponderEliminarSupongo que sea el cielo azul quien contemple esos ojos abiertos... entre tanto.
Muy buen relato. Enhorabuena.
Un abrazo
Precioso, Su. Inquietante y sobrecogedor pero precioso.
ResponderEliminarMi aplauso y mi enhorabuena.
Saludos
De la belleza del sosiego al horror de una muerte desasosegada:
ResponderEliminar'esperando algún día poder dejar de hacerlo'
Muy bueno Su!
Difiero de la interpretación mortuosa,yo la ví como una niña que ponía a prueba sus límites.
ResponderEliminar¿Quien en su ninez no se pasó soportando las más posibles horas en el agua?
Me parece muy bello su :)
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios... Carlos, me encanta tu interpretación :)
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso, Su.
ResponderEliminarMe quedo con la imagen "el movimiento de su larga melena en el agua le hacía parecer que ésta tenía vida propia, lo que en cierta forma era gracioso..." que acaba de dar sentido al micro antes incluso de que se confirme que no puede cerrar los ojos. Buff, genial.
Besos