El príncipe, deseoso de encontrar el amor, rebuscó por todos los cuentos.
Primero encontró a Rapunzel, pero tras escalar la torre descubrió su obsesión por champúes y suavizantes. Después halló a Bella, pero el trankimazin pudo con sus besos. Cenicienta, Blancanieves… ninguna realmente ansiaba enamorarse.
Cuando se resignó a vivir solo, una rana llamó su atención.
-¿Ranita, estás hechizada?
-Sí.
-¿Y un beso rompería el conjuro?
-Sí, si nos juramos amor eterno.
-Perfecto, sólo busco eso.
Tras besarla un musculoso muchacho, de dulce mirada, le susurró tiernamente:
-¿Hola guapo, algún problema?
Pensativo, el príncipe contestó:
-Ninguno, nadie es perfecto.
En 99 palabras
es un buen relato,aunque el final deja en mí la sensación de un chiste.
ResponderEliminarEs posible que tengas razón Juan Vásquez. Hay veces que el giro final puede desviarse más de la cuenta del camino ideal.
ResponderEliminarSaludos
Mmm, para mí, este príncipe se hizo el distraído: después de la recorrida por los cuentos debe haber sabido quién era el sapo realmente.
ResponderEliminarBien por el amor ante todo.
Un abrazo, Miguel.
Pero le fue bien a veces suele pasar que uno besa al principe y se vuele un sapo ...:) que sea lo que sea pero q sea amor
ResponderEliminarSi él está conforme no veo motivo para venir a quejarme yo, ja ja
ResponderEliminarMuy simpático!
Un abrazo
Mónica Ortelli mientras que sea el amor el que triunfe no vamos mal.
ResponderEliminarCoRa tienes razón, hay veces en las que el cuento se nos vuelve del revés. En este caso creo que al final acabó bien.
Patricia pues yo tampoco lo seré. Que sean felices, coman perdices y todas esas cosas que se suelen decir.
Muchas gracias por vuestras aportaciones.
Saludos
A mi me ha encantado :) y realmente me ha dejado boquiabierta! Genial Miguel.
ResponderEliminar