lunes, 31 de enero de 2011

Mudanza

Tenía que cambiar de piso. Este ya se le estaba quedando pequeño. Pero le daba pereza. Había que buscar, mirar, remirar y por fin elegir. Pero ya no podía demorarlo más, ya casi no cabía en este. Salió de casa por la mañana, decidido a que hoy lo encontraría. Los rayos de sol acariciaban su espalda, era importante ver a la luz del día su futura casa. Y sí, tras un corto paseo, la encontró: estaba allí, sobre la arena húmeda, las olas la acariciaban una y otra vez. Se enamoró de ella nada más verla. Asomó la cabeza por la puerta y comprobó que no estaba ocupada. Siempre había deseado vivir en un caracol de mar, con esos pinchos tan largos que le daban un aspecto tan exótico, como de casa futurista, y este además tenía unos bonitos colores marrones y beiges. Se metió dentro, y se sentó en el centro de la sala, dejando asomar sus pinzas por la puerta. Hogar, dulce hogar.

(Como a todos los cangrejos ermitaños, le molestaba cambiar de casa al crecer. Sin embargo, esta vez había merecido la pena).


Puri Menaya. El rincón de la bruja de chocolate

4 comentarios:

  1. Qué lindo Purificación, me ha parecido muy hermoso este cuentecito :)

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  2. Buen relato cangregráfico.
    Ojalá y tuviésemos esa facilidad para obtener casas de playa.

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  3. Gracias Artista
    Carlos, ya me gustaría a mí una casita así, a pie de playa...

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  4. Que bonito!!
    y qué fácil le resultó :)

    saludos

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