Tras varios meses de hospitalización recibió el alta. Aunque físicamente estaba bien, psicológicamente la herida seguía abierta. Tardó bastante tiempo en salir a la calle; pero cuando se decidió, el destino hizo que se topara con el salvaje que casi le arrebata la vida por un portátil y calderilla.
Le siguió hasta un callejón. Un adoquín, junto a la rabia acumulada, transformó aquel rostro odiado en una masa deforme y sanguinolenta. De vuelta a casa, saboreando su venganza, se cruzó con un compro-oro y le vio, miró al vendedor ambulante y le vio, observó al taxista y le vio…
En 99 palabras
Le siguió hasta un callejón. Un adoquín, junto a la rabia acumulada, transformó aquel rostro odiado en una masa deforme y sanguinolenta. De vuelta a casa, saboreando su venganza, se cruzó con un compro-oro y le vio, miró al vendedor ambulante y le vio, observó al taxista y le vio…
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Un retrato de la locura excelente, muy bien escrito, felicidades Miguel, me voy enseguida no vaya a ser que nos vea :S
ResponderEliminarMiedo... y si me ve?
ResponderEliminarOriginal mucho.
Bicos Miguel.
Muy, muy bueno. Si señor.
ResponderEliminarFelicidades, Miguel
Miguel, es buenísimo!
ResponderEliminarQué impotencia debió sentir el o la protagonista, o quizá se volvió un/a asesino/a en serie.
Besos
Artistalight, visto lo visto, mejor será escurrir el buto. Por si acaso.
ResponderEliminarCarmela te digo lo mismo que a Artistaligut, por si acaso ándate con cuidado. Parece ser que aún no le han cogido.
Gracias Torcuato.
Anita Dinamita eso queda para una segunda parte. Habrá que pensarlo.
Saludos