De pronto el títere se dio cuenta de que estaba siendo manejado mediante hilos finísimos.
Preso del pánico empezó a revolverse y a luchar contra los tirones que le impedían mover libremente sus miembros. Desesperado, en un último intento, colocó sus dientes sobre la cuerda y mordió con todas sus fuerzas. Entonces, su inerte cuerpo de madera se desplomó contra el suelo para no volverse a levantar.
El hombre lo recogió y fue a buscar otro de los muñecos que había en un pequeño estante.
-Javier Domingo-
Tremendo relato, tanto como las conclusiones que de él se pueden desprender.
ResponderEliminarQuizás sea mejor tener algún hilo, aunque sea uno, como las cometas, que vuelan sin perderse con el viento.
Un abrazo
Me gustó cómo has expresado la idea de que siempre hay alguno más que se deja manejar.
ResponderEliminarUn saludo
Está muy bien esta paradoja de quienes permanecen manejados y cuando hayan la libertad, no saben cómo moverse. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Es mejor moverse al compás de lo que nos imponen o vivir inmóvil pero sabiéndose libre aunque solo sea en el pensamiento?
ResponderEliminarYo no quiero ser un títere, prefiero estar en la estantería donde no tienes que obedecer los caprichos de nadie...
Hilos y más hilos, que nos manejan.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier
Me gustó mucho Javier. Todas las lecturas posibles.
ResponderEliminarLa ilusión de independencia del títere. La ignorancia de su esencia.
La rebelión contra su destino que lo conduce a su muerte. Su insignificancia ante el titiritero.
Casi, casi, como la vida misma.
Muy bueno!
Saludos!
Cuantos hilos sueltos en esta madeja... me gustó
ResponderEliminarSaludillos
Y no se daba cuenta de que sin hilos no podía ser nada ni nadie, qué triste! Y encima ya roto no lo quiere ni quien lo manejaba.
ResponderEliminarUn relato tremendo
Abrazos
Gracias a todos ^^
ResponderEliminarLo veo como el retrato de tantos que por necesidad o falta de salidas se ven esclavizados.
ResponderEliminarTremendos hilos que lo sujetaban y tremendo el que lo manejaba.
ResponderEliminarComo tantos y tantos que se deben sentir de esa manera.
Saludos
Ains, que lucha, pero mejor muñeco en suelo, que títeres en manos.
ResponderEliminarBicos Javier y estupendo micro.
Dramático y triste, cómo iba a saber el títere que esas cuerdas que lo ataban...lo ataban a la vida. excelente escrito Javier !
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