Y allí fueron, padre e hijo de la mano, felices e ilusionados.
Pensé que traerían un perro o un gato, hasta un perico esperaba... ¡pero no esto!
Cada vez que mi hijo se acerca con la caja vidriada para mostrarme como duerme, come o se mueve; una sístole se detiene, la diástole me suena aflautada y el corazón me queda chueco.
Desde ese día tengo sueños recurrentes: me despierto con la mascota en la cara y la mano me queda chica para aplastarla, quedando luego, sólo un manojo de patas.
Da gracias que no te trajeron una mamba.
ResponderEliminarPufff, a mi me pasaría lo mismo!!! Eso por no preguntar ¿qué mascota?
ResponderEliminarUn abrazo
Araña???? Noooo, me moriría!!!!!
ResponderEliminarMamás del mundo: pregunten al nene cuál mascota tiene en mente.
ResponderEliminarSin dudas este micro tiene tu sello amiga.
Un beso.
Terrible el momento mascota. Altamente descriptivo. Perfecto
ResponderEliminarHay gustos para todo, y los niños son bastante retorcidos. Aunque las tarántulas son bonitas, ¿no?
ResponderEliminarUn beso, escarcha.
Vaya, tan sólo de imaginar esas sensaciones veo que eres una madre valiente.
ResponderEliminarSaludos.
Arañita peluda y grande?
ResponderEliminarAntes muerta que sencilla jajaja.
Bicos.