Por fin se había logrado la sociedad democrática perfecta.
Estabamos pendientes de las votaciones tomados de las manos.
Fueron apareciendo los resultados en la pantalla. 25% a favor. 30% en contra.
El corazón se me encogió. Me solté de sus manos.
Ella comenzó a sollozar. Preferí no mirarla.
Habrá que esperar al próximo año para ver sí ahora sí nos permiten enamorarnos...
Titánica empresa esperar resultados.
ResponderEliminarOh. Yo quiero creer en la democracia, pero esto es excesivo.
ResponderEliminarUn saludo
Ja ja ja, pobres! igual nunca les dejan... parecen las nominaciones de los programas basura
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
En mi tierra dicen que hay gente que no sabe en qué dar, que se aburren y terminan metiéndose en todo, y anda que no hay cosas en las que meterse...
ResponderEliminarCaemos en el error de pensar que las mayorías son las que tienen el derecho de decidir sobre todas las cosas, incluso en cosas que no les incumben en absoluto. Este es el caso de los infelices de este cuento.
ResponderEliminarUna pena.
Buen micro Hector.
Un abrazo.