Acurrucados bajo las sábanas Javier le cuenta a Nines las novedades diarias: el trabajo va de mal en peor, su espalda amenaza con troncharse en cualquier momento, y a Mateo, el más pequeño de los niños, hoy le salido el primer diente. Nines escucha atenta todos los detalles mas pese a estar a gusto no puede evitar echarle, de vez en cuando, un vistazo fugaz al reloj: ya queda menos. Unos billetes cambiando de manos consiguen un acuerdo beneficioso para ambos, ella se siente persona durante una hora y él al fin consigue que alguien le escuche y atienda.
MIGUEL
MIGUEL
Nítido retrato de la realidad de algunos desafortunados.
ResponderEliminarConversación por dinero, ya te lo había leído pero me sigue gustando mucho.
ResponderEliminarSaludos
Buen micro Miguel, un título interesante.
ResponderEliminarEl relato encierra cierta ternura, y a la vez, desolación. Un trueque que cada vez se nos hace más necesario, algunos, los de la fe, lo hacen en el confesonario, otros, los de la vida interior, lo hacen con el psicólogo, otros, los de la carne, con las prostitutas...todos necesitamos cariño y que se nos escuche. Buen micro, ahí, removiendo sentimientos.
ResponderEliminarCarlos de la Parra tienes razón, real como la vida misma.
ResponderEliminarAnita Dinamita es verdad, lo publiqué hace un tiempo en mi blog. Lo hice para el Vendaval de Micros.
Gracias Isabel, creo que refleja bastante bien lo que cuenta la historia.
Maite el problema es que no todos tienen a esa persona que esté con ellos cuando los necesite. De ahí que surjan estos curiosos acuerdos.
Saludos y gracias por vuestros comentarios.
Espejo de lo real, triste realidad; especialmente si es una persona mayor...la soledad duele... saluditos Miguel. muy bueno.
ResponderEliminarGran parte de las cosas pequeñas de la vida es negociable y posible llegar a acuerdos. Veo que también las cosas grandes como los prestamistas de orejas...
ResponderEliminarEspero que no sea un matrimonio...
Héctor Rivero creo que lo de la edad en estos casos es lo de menos. Los sentimientos no tienen edad.
ResponderEliminarBicefalepena buena definición esa de presamistas de orejas. Me gustó.
Saludos
Y mientras tanto, la mujer de Javier se negocia con el jardinero.
ResponderEliminarMuy buen relato Miguel! Bien para los tiempos que corren.
Saludos!
Claudia pues no te extrañe nada, esa es la segunda parte del relato.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Saludos