Ahí estaban todos los sobrinos como buitres rodeando al tío solterón y millonario en su lenta agonía. Cada día que pasaba se veía más pálido y descompuesto, pero no se moría. Y aunque el médico llegó a decir que era cuestión de días ,incluso de horas para que ocurriera el deceso, Don Pancrasio continuaba vivo, aunque en momentos tenía cara de cadaver. Y así pasaron seis semanas más.
Uno de los futuros herederos pensó que no estaría mal acortar su final, e ideó un plan perfecto contratando a Helga, una joven enfermera sueca de belleza escultural y además con antecedentes de ninfómana ,para que a través de brindarle unos últimos placeres, éstos contribuyesen a un infarto cardiaco, muy previsible debido a su diagnóstico médico. Profundo desgaste de las paredes ventriculares con riesgo de estallamiento de las mismas.
Les dejaron sólos el fin de semana y Helga quedó en avisarles si llegase a ocurrir el final de Pancrasio.
El lunes tempranito la enfermera les llamo diciendo que era voluntad de Pancrasio despedirse de ellos para siempre,pues ahora si sentía que todo había llegado a un término.
Al llegar presurosos acompañados del notario, Pancrasio les dió el último adiós, y partió a su nueva morada en una isla del caribe donde acompañado de Helga vivió 20 años más.
Con este caso, queda demostrado científicamente que levantar el ánimo, alarga la vida...
ResponderEliminarPagaría por ver las caras en la despedida,la de los sobrinos, la de Helga y la del tío...
Muy divertido Carlos
Buenísimo final, el bien siempre triunfa, ja ja
ResponderEliminarUna ración de optimismo, así me gusta.
ResponderEliminarYo creí que don Pancrasio dejaría como única heredera a la bella Helga.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno. Ja,ja,ja,ja. Me encantan los relatos con finales inesperados (y en este caso, feliz además).
ResponderEliminarHip hip hurra para Pancrasio, que los buitres se pongan a trabajar.
ResponderEliminarUn abrazo Carlos