Ajeno al exterior, acurrucado con su vieja manta, procura conciliar el sueño en tres metros cuadrados, suficientes para no dormir al raso. Allí sólo le molesta algún trasnochador necesitado de más dinero; por eso no le extrañó cuando aquellos chicos le pidieron que abriera.
Al correr el pestillo se abalanzan sobre él y le llueven los golpes e insultos. Enseguida descubre los guiños macabros de la vida. Su sueño infantil de ser bombero, se cruza con el de su padre, deseoso de que trabajara con él en la gasolinera, cuando aquel líquido le empapa y la cerilla se enciende.
Al correr el pestillo se abalanzan sobre él y le llueven los golpes e insultos. Enseguida descubre los guiños macabros de la vida. Su sueño infantil de ser bombero, se cruza con el de su padre, deseoso de que trabajara con él en la gasolinera, cuando aquel líquido le empapa y la cerilla se enciende.
MIGUEL
Que suceso tan trágico has retratado, con escalofriante nitidez.
ResponderEliminarDura y estupenda entrada Miguel.
ResponderEliminarReal, muy real y dramática.
Un bico.
La verdad es que últimamente sólo me salen esete tipo de entradas, y conste que no estoy pasando una etapa mala en mi vida. Contradicciones.
ResponderEliminarSaludos y gracias por vuestros comentarios.
Creo que la rabia es inspiradora Miguel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Impactante relato, Miguel. Un abrazo
ResponderEliminarY lo peor de todo es que está inspirado en un hehco real.
ResponderEliminarGracias por vuestras palabras.
Saludos