Pese a que la luminosidad invadía toda la estancia un potente foco incidía directamente sobre su cara. Agarrado a los brazos de aquel potro de tortura, iba preparándose para el suplicio que se avecinaba.
“No temas, no te dolerá” fueron las últimas palabras que pudo comprender antes de que aquel estridente ruido silenciara todo. Entonces supo que era el momento de rebelarse si quería tener alguna opción de escapar.
Sin dudarlo un segundo se levantó y aunque el pánico ya se había adueñado de él, fue capaz de balbucear: “Doctor, creo que podré aguantar un poco más tomando purés”
Éste es un momento universal de brutal realismo.
ResponderEliminarEscalofriante.
Pobriñoooooooooooo ains.
ResponderEliminarMuy realista, si.
Me gusta tu estilo.
Un biquiño.
Carlos rela como la vida misma. Yo al menos lo paso fatal-
ResponderEliminarSe agradecen tus palabras Carmela. Biquños a repartir.
Ay, ay, ay, me acabas de recordar que tengo que coger cita en el destista ¡menuda tortura me espera! tal vez yo también decida que no me importa comer puré. Te ha quedado real y divertido. Felicidades.
ResponderEliminarMaite pues al menos sirvió de algo el relato. Suerte con el puré.
ResponderEliminarGracias por lo de real y divertido.
Saludos