El gato miró con ojos de deseo aquella madeja de lana tan apetecible cerca de la pata de la silla donde su dueña había estado haciendo punto poco tiempo antes.
Pero ahora ella no estaba y, aprovechando la ocasión, se fue acercando poco a poco, mientras un cosquilleo recorria todo su cuerpo erizando su piel.
Por fin haría realidad su sueño más anhelado; meter sus uñas y dientes en aquel objeto al que tantas veces había visto rodar sobre el suelo, sin tener opción a disfrutar de él, retenido por la negativa de su dueña.
Con suavidad, pero con cierto temor, alargó la pata hacia ella, aunque no lo suficiente como para poder tocarla. Se sintió defraudado por no lograrlo en su primera tentativa, pero sin pensarlo dos veces, tomó la decisión de abalanzarse sobre ella , preparando su cuerpo para el gran salto definitivo.
Y así lo hizo... Su cabeza chocó con gran violencia contra la luna de aquel espejo que tantas veces lo había engañado y rodando por el suelo sintió su gozo en un pozo...
Carmela
No siempre es posible distinguir la realidad de lo virtual en este universo paralelo.
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