Había llegado el momento de elegir por última vez y como tanto le había huido a la renuncia, eligió sostener su respiración el mayor tiempo posible, su cara enrojeció, explotó y tuvo sus yo: para conquistar a todas las mujeres; para trabajar y suplir necesidades; para ser y beber; ya todo dispuesto, utilizó su último yo para escribir este microcuento.
Estaba atrapado por su vocación.
ResponderEliminarPero quienes nutrieron su micro fueron los otros yoes.
Especialmente el de las mujeres, pues aparte de Freudiano es integral a la naturaleza, de ahí origina y no puede escapar su propia escencia.
Carlos gracias por escribir. yo también creo que todos los yoes deben estar unidos por una conciencia compartida sino serían personas completamenete distintas y así no tiene gracia, Buen Día!
ResponderEliminarEl dilema aquí es que ignoramos nuestra funcionalidad exacta, y así en ésa incertidumbre actuamos y nos desarrollamos, somos un ser plenamente surrealista que dictamos nuestro propio rumbo existencial sin saber siquiera cual es la razón de la existencia.
ResponderEliminarNo hemos aceptado que el caos es el estado natural del universo y absurdamente intentamos ponerle orden.
Es como si alguien estuviése pasando agua de un oceano a otro con una cubeta.
Por éso es bueno en veces desentederse para comprender que no somos indispensables ni para nosotros mismos.
Hay una línea de "Así hablaba Zaratustra",que dice :La fuerza es dejarse llevar por el viento.