Su alma no necesitaba reyes de su casa, ni corona, ni vasallos entregados, ni infantas caprichosas, ni príncipes azules, ni palacios. Le bastaba con sentirle a su lado, diferentes pero iguales, sin derechos de pernada, libres de marchar y de quedarse.
Ojalá y éste equilibrio se diése más a menudo,lamentablemente la generalidad se dá entre que el hombre vive en su fantasía poligámica,y la mujer en el principeazulismo,los seres normalitos estamos muy escasos.
ResponderEliminarEs una definición cercana a la libertad. Sólo necesito experimentar mi vida eligiendo mi camino.
ResponderEliminarVamos a pensar con fuerza en ello.
Un beso.