jueves, 1 de julio de 2010

Ideas enlatadas

Para el vecindario Victoriano era un bicho raro y él tenía claro el porqué. Su prodigioso cerebro funcionaba siempre al límite procesando todo tipo de información, y ahora tenía como hobby el descifrar todos aquellos problemas matemáticos, enigmas y acertijos que a lo largo de la historia se habían mantenido irresolubles. Podría haber pasado a la posteridad como el científico más insigne e incluso haber ganado todos los Premios Nobel posibles; sin embargo vivía casi en la indigencia y sólo era conocido por el estrepitoso ruido que emitían los rebosantes cajones que estallaban casi a diario en su casa.

MIGUEL

8 comentarios:

  1. Cuantos genios dormirán en un portal entre algunos cartones!!!
    Creo que el exceso de inteligencia, muchas veces está cercano a la locura.
    Buen micro Miguel!

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  2. Anita Dinamtia tienes toda la razón. Hay muchos casos en los que van de la mano.

    Saludos

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  3. No puedo estar más de acuerdo con Anita, y con el reflejo de tu relato.

    Un abrazo

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  4. Montones de genios dando vuelta por el mundo y nadie que se digne a frotar la lampara.
    Un abrazo.

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  5. Buena persona éste Victoriano,quien pudo volar el mundo en pedazos y no lo hizo.
    Me cae bien gente así.

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  6. Me gustó pero no sé si acabo de comprender el giro final de los cajones rebosando...

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  7. He dudado sobre si es "irresolubles" o irresolutos"

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  8. Es la historia de los genios incomprendidos o que simplemente no quieren darse a conocer.

    Isabel lo de los cajones está relacionado con la idea que me inspiró la historia. Se trataba de un anuncio que decía "no dejes tus ideas olvidadas en un cajón" o algo así.

    Por cierto irresoluble o irresoluto, las dos son igual de válidas.

    Saludos

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