miércoles, 30 de junio de 2010

El cinéfilo

Pasaba horas y horas en aquel viejo cine. Daba igual si ese día tocaba estreno, sesión doble, continua o golfa, él amortizaba más que de sobra el dinero de la entrada. Los muchos años vividos allí habían conseguido que hasta la taquillera y el acomodador fueran ya para él como de la familia.

Podría haber sido el hombre más cinéfilo del mundo y sin embargo casi nunca había conseguido ver una película completa, es más había días que ni tan siquiera lograba sentarse en la butaca. De rodillas, y de espaldas a la pantalla, a tientas aliviaba necesidades urgentes.

MIGUEL

7 comentarios:

  1. Peculiar individuo quien elige un cine para atender sus necesidades urgentes,que espero no fuésen las de funciones excretorias,pues hay baños en los cines para ésos propósitos;más si se trataba de otro tipo de urgencias,que puedo decir,los jóvenes sin dinero se las tienen que ingeniar para pagar un boleto barato por culminar un éxtasis amoroso;desde la oscuridad de un cine,hasta la poética cortina en la que algún cadete llevaba en vals a su pareja para no ser vistos,o más contemporáneo ,el autobaño automático donde la joven pareja se vé obligada a conjugar la ecuación de un veloz encuentro de amor apresurado pero de bajo costo.

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  2. Carlos seguro que alguna función excretoria acabaría saliendo, pero casi es mejor no andar con los detalles.

    Saludos

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  3. Jajajaja, que escatológico ha quedado esto al final.

    Bien redactado, Miguel.

    Un abrazo

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  4. Vaya con el hombre y sus juegos de mano.
    Un abrazo.

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  5. Maite ¿escatológico?, bueno algo sí ha quedado.

    TR juegos de mano, y demás. Los demás no los contaré por ahora.

    Saludos

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  6. Miguel, digo escatológico por lo que le has respondido a Carlos. De momento vamos a dejarlo en juegos de mano, como dice TR

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  7. Jaja, Maite tienes razón. Quizás fui demasiado explícito, y eso que no dije nada.

    Lo dejaremos en juegos de manos, y después que cada cual decida cómo seguir.

    Saludos

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