martes, 8 de noviembre de 2016

Carne de cañón.- Daniel Fernández Langeber


Carne de cañón.


No hace frío. Un sol más grande de lo habitual se alza como un dios en un cielo completamente raso. La sombra de algunas aves se proyecta sobre la tierra, manchándola con su oscuridad. Ondean las hojas de los árboles como banderas que esperan que les juren lealtad, pero nadie se levanta. La hierba, empapada en sudor, cambia el rocío por gotas de sangre que brotan de los incontinentes cuerpos. Y reina el silencio; digno guardián de un improvisado cementerio en el que las vainas metálicas de las bombas hacen la función de lápidas sin nombres. Huele a carne.

Autor: Daniel Fernández Langeber
Cuadro: Batalla de Gettysburg por Currier e Ives

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