Raros
Cuando
les conté que Julita tiene en su casa una percha con cara de payaso, un
joyero musical con una bailarina dentro y una alfombra de piel de
tigre, enmudecieron un momento y se miraron. Papá se puso nervioso y
mamá se disparó. Me prohibieron volver a jugar con ella. Lloré. Y no
dejé de hacerlo mientras ensayábamos el número del forzudo, la mujer
bala y la niña de goma.
Autor: Miguelángel Flores
Blog: Eternidades y pegos
Tambien raros a veces los padres...
ResponderEliminarUn gustazo aparecer en una de las catedrales del Microrrelato.
ResponderEliminarGracias, Torcuato.
Cuatro.
Claro, ya entiendo, temían que fuera capaz de convertirles en objetos. Ay, si que son raros sí.
ResponderEliminarMuy bueno Miguelángel. Un abrazo.
Sí, en realidad no se sabe bien quiénes eran los raros...
ResponderEliminarGracias, manouche, Yashira.