Ignoramos hoy por hoy si entre millones de monos que han tenido que huir de selvas alguno ha tenido cierta mutación en la mente que le otorgue la capacidad pensante del humano.
Pero el hombre que limpia ventanas en el piso 83 del edificio tiene la certeza de que hay un ejemplar así en el vecindario. Lo ha visto saliendo de varios apartamentos con comida robada. Incluso alguna vez le ha compartido a ingerir un pollo con champagne. El simio es hábil y elige diferentes apartamentos para que no resulte en exceso notoria la desaparición de la comida. Al hombre le simpatiza la amistad del animalito y no lo denuncia aún en riesgo de lo culpen a él. Si lo despidieran tendrían sus empleadores que conseguir un latino valiente como él y la mayoría de éstos ya tienen empleo.
Transcurren días de Brooklyn. Días que son más largos que en el resto del planeta. El hombre advierte que su amigo el simio está triste. Lo lleva al zoológico y lo cuela para llevarlo a la jaula donde viven sus iguales pues supone que el compañero padece soledad. Pero el primate reacciona con deseperación al ver presos a su especie. Implementan la fuga. Regresan a la selva. Casi todos viven felices pero algunos changos extrañan Brooklyn.
Debe ser terrible ser el eslabón perdido entre el hombre y el simio y no formar parte de ninguno sin sentirlos ajenos.
ResponderEliminarEs un tema que me interesa como sabes y que tú has sabido relatar con precisión.
Un cordial saludo.
Gracias Doctor.
ResponderEliminarSe llega a pensar en todas las posibilidades.
Ignoramos quienes están entre nosotros.
Extraterrestres, mutantes y presencias desconocidas integran en nuestra mente multiples opciones.
Parte del Rock'n Roll del existir.
Unos simios que merecerían el título de humanos más que nosotros por ser más solidarios con sus congéneres.
ResponderEliminarUn placer pasr por tu casa Carlos.
Un abrazo
Gracias Joaquin, aciertas.
ResponderEliminarNuestra especie tiene mucho que aprender de los animales.
Hay quien se acostumbra a estar enjaulado y no sabe ser libre...
ResponderEliminarSalu2 libres, Carlos.
Exacto Dyhego.
ResponderEliminarUno de los puntos tratados.
Siempre habrá acomodaticios que cambien la libertad por comida y otros que malbaraten el trabajo.
Los ofendidos por todo lo que falla quisiéramos a veces tener el puesto de dictador para resolver todo, pero generalmente quienes lo han sido lo empeoran.
Quizás algún día aparezca uno muy mesiánico que ponga todo en orden y nos lleve al progreso sin exclusiones.
Para eso el hombre inventó el turismo, je je. Buen retrato Carlos.
ResponderEliminarAbrazos.
Miguel Jiménez Salvador, me parece brillante tu concepto de equiparar al turismo como libertad temporal, de algún modo las mayorías vivimos encerrados en nuestros territorios, incluso hay quienes existen con vida infernal dentro de algún paraíso del planeta. Situación que puede titularse "Infierno en el paraíso."
ResponderEliminarmagnifica entrada
ResponderEliminarMe ha encantado
besos
YEEEEEEEEEE, gracias por visitar Tramos. Acá en el esfuerzo por atravesar dimensiones del pensamiento.
ResponderEliminarFórmulas para no morir, o vivir mejor o el no se qué, pero ya.
This post is great !:)
ResponderEliminarMaybe we can follow each other?
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Thank you for your visit and comment Kaasja. It's a first here to have a reader from Poland.
ResponderEliminarI added myself to your blog.
Happy winter.
Me ha encantado... :)
ResponderEliminarUn beso
Un agasajo Carmen Magia que pases por aquí con tu maravillosa combinación de belleza e inteligencia.
ResponderEliminarDos virtudes que me arrebatan.
Me pregunto si vuelve de vez en cuando solo por el placer de volver a comer en cada uno de esos apartamentos...
ResponderEliminarMe pregunto si vuelve de vez en cuando solo por el placer de volver a comer en cada uno de esos apartamentos...
ResponderEliminarInteresante propuesta fabular, y bien escondida la categorización social (latinos, changos, extrañar la urbe, etc.). Pues nada, felicitándole. Un abrazo.
ResponderEliminarDanilita. No creo que regrese.
ResponderEliminarEs un sitio que ya vió bien.
Julio, gracias por comentar.
ResponderEliminarEn efecto, así es la sopa en la cual nadamos.