Algunas acostumbran broncearse al sol, otras al rayo infrarrojo.
No así ésta rebanada de pan. A ella le gustaba hacerlo en un tostador y que luego le untásen mantequilla. Hasta el instante narrado la rebanada está en un paraíso.
Pero de ahí en adelante la vida de éste pan se torna infernal y muere a dentelladas.
Y evito los detalles fecales en que concluye por si están desayunando.
sonrio mientras te leo
ResponderEliminarme gusta lo que escribes
RECOMENZAR, buen seudónimo pues a menos de haberlo logrado todo, la pasamos recomenzando, digo los más sanos de la escalera.
ResponderEliminarGracias por visitar y opinar acerca de ésta fabulita que antropomorfiza al pan tostado.
Abrax.
Ay Carlos! Me ha encantado, rey del Microrrelatista!!! Un beso.
ResponderEliminarNo sé si será peor el calor infernal del tostador o las humedades devoradores de una boca hambrienta y mañanera. En cualquier caso, gracias por hacernos poner en el pellejo untuoso de una tostada común.
ResponderEliminarUn abrazo, Carlos
Gracias Zuni pero soy un mero aprendiz, de ser el rey de algo ya hubiése captado la atención mundial.
ResponderEliminarMientras esto no se dé hay que mejorar o soportar el anonimato que nos aplasta.
Besimismante, BESOS.
Doctor así aparecen los cuentitos cuando los objetos cobran vida similar a la nuestra.
ResponderEliminarExiste una teoría de que todo tipo de materia respira. Me pregunto si también piensa.
JaJaja. He reido leyendo tu corto relato. Soy aficionada a ellos.
ResponderEliminarUn beso.
El bronceador con sabor a mango le da un cierto toque exótico y queda muy sabroso jajajaja
ResponderEliminarjajajaja!!!
ResponderEliminarMejor evitar el final :D
Un gusto conocer tu espacio.
Me acomodo por aquí :)
Buen domingo!
(No el final-destino, si no el final descriptivo jajaja!!)
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