El viejo, fatigado por el
esfuerzo, abanica el aire con sus manos curtidas. Tras una breve pausa retoma
su tarea y empapa el pincel en la pintura rosa que convertirá ese minúsculo
trastero en la tierna habitación de una niña. Piensa amenizar las paredes con
cenefas y cuadros infantiles; quizás también con un póster de un bello paisaje
que simule una ventana. Entonces, cuanto lo tenga todo listo, saldrá a buscar
una nieta.
SÍ, voy a mirar qué más hay por aquí..
ResponderEliminarQué tierno este "rapto de la soledad"
ResponderEliminarCon que pocas palabras se pueden hacer unas letras bellas.
Me gusta mucho eso de pintar una ventana...
Besicos, amiga Sara
Siempre se nos dá una impar proporción de lo real contra lo imaginario.
ResponderEliminarDespreciable puede ser la realidad pero maravillosa la fantasía.
A excepción de la belleza de tu foto.
Breve y con un final imprevisto que te deja pensando. Muy bueno Sara. Abrazos.
ResponderEliminarUn micro con un final desgarrador, Sara, que deja el desasosiego prendido en el lector.
ResponderEliminarUn abrazo
NO sabría decir si el final es triste o inquietante.
ResponderEliminarEste micro tiene dos lecturas: una tierna; la otra terrible y desgarradora.
ResponderEliminarGracias por vuestras opiniones y comentarios.
Abrazos.
Exquisito en su ternura, Sara!
ResponderEliminarUna historia que retrata la realidad, hay muchos viejos solos y olvidados. Una ilustración bonita.
ResponderEliminarSaludos.
No sé si me produce ternura o pavor. Bueno, sí lo sé. Me produce lo primero si leo pienso en el abuelo y ya estás; y lo segundo, si entorno los ojos pensando en él.
ResponderEliminarMe gustó mucho esa dualidad, Sara.
Un abrazo.
Vaya, acabo de leer los comentarios. Y yo pensando que era original...
ResponderEliminarEntre anticiparse y precipitarse media un abismo.
ResponderEliminarBesos.
Desgarradoramente real, en pocas letras has pintado un trozo de vida.
ResponderEliminarUn placer leerte, te dejo un abrazo.
La soledad puede llegar a ser un modo de vida, cuando uno es muy suyo.
ResponderEliminarVivir los últimos años sin nadie, y no porque uno quiera, ha de ser un calvario.
Hay belleza en tu relato, y también originalidad.
Un abrazo.
Nada como los abuelos, irían a por la luna si se lo pidieran.
ResponderEliminarBesicos.
¡Madre mía qué bueno!!
ResponderEliminarMe encantan los micros...muy muy buenos corazón.