Él le atravesó el corazón como el río Moldava
atraviesa Praga. En aquel caudal de fluidas sensaciones se sumergió hasta
aparecer, a la mañana siguiente, en los confines de la ciudad. Despertó solo,
enredado entre las sábanas gastadas de un vulgar hotel. Nada quedaba ya de la
algarabía de la noche, tampoco de su atractivo uniforme ni de su libertina
billetera. Su identidad robada seguramente volaba hacia otro puerto,
enarbolando ese rostro tan parecido al suyo que tan locamente lo cautivó.

Imagen extraída de Internet.
Muy bueno Sara, me gusta cómo lo has ambientado y ese final que deja abierta una puerta a la imaginación.
ResponderEliminarBesos.
Muy bien hilado Sara, muy bueno.
ResponderEliminarMuy bueno, Sara! Una analogía llena de matices. Me ha gustado mucho!
ResponderEliminarBeso va!
Original el planteamiento y muy bien llevado hasta el final.
ResponderEliminarBesitos