En una aldea perdida de África, un nuevo mártir levitaba con los brazos en cruz, entre moscas, hambre y raciones de emergencia. En su mirada infinita, dos pozos al otro mundo, se perdieron extasiados cien misioneros y doscientas monjas, cuatro obispos y dos cardenales. Tenía hambre de santidad y se llevó a los más beatos. No podía haber lugar para la duda, alguien tuvo que rematarlo antes de que llegara el Papa para canonizarlo.
Africa está llena de santos,pero no son homologables.
ResponderEliminarSaludos.
Pues sí que resultó peligroso el mártir, no me extraña que tuvieran que rematarlo.
ResponderEliminarSaludos Alberto, estupendo relato.
El relato es estupendo, sólo que hizo "ruido" la cocofonía del final, pero eso tiene arreglo.
ResponderEliminar