
Parece que no les gustó la cena porque me secuestraron en la cocina, me cortaron una mano y prepararon un guiso con mi propia carne. A punta de pistola, me obligaron a comerlo.
Debo admitir que son buenos cocineros: al fin y al cabo terminé chupándome los dedos.
Autor: Leonardo Dolengiewich
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Muy ingenioso.
ResponderEliminarfantasías caníbales. muy ocurrente.
ResponderEliminarUn abrazo
Es una mezcla entre lo escalofriante y gracioso.Me gusta,el relato digo.La carne no sé jaja.
ResponderEliminarUn saludo!
Wiiuuh qué humor tan negro.
ResponderEliminarAy, imaginarlo no quiero, pero tengo que reconocer que tiene su gracia...
ResponderEliminarSaludos Leonardo,
Hermoso cuento.
ResponderEliminarPuedes acompañarlo con la canción :"Sabor a mí."
¡Dios! espero no chuparme los dedos tan literalmente jamás, quizás por eso me mantengo alejada de la cocina.
ResponderEliminarBesos
Brillante xD
ResponderEliminarNegrísimo, jejeje. Excelente uso de la expresión.
ResponderEliminarSaludos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias a todos y todas por leer y comentar.
ResponderEliminarMe alegra que les haya gustado!
Abrazos al por mayor!