El hombre que ya no es hombre llega a su casa, donde atemorizada le espera su esclava esposa. Lanza un gruñido a modo de aviso y se deja caer en el roído sofá. Como no se aguanta a sí mismo, se levanta destrozándolo todo. Su mujer temblando acude con botella en mano para calmar su voracidad. Él, poseído, se aferra al casco e ingiere. Mientras, ella recobrando la sonrisa olvidada murmura: “Bebe, bebe, cabrón que cuando acabes por fin seré libre”.
Menudo ajuste de cuentas. Sácame el diablo que llevo dentro!
ResponderEliminarHermoso recuento de la buena deshacencia.
ResponderEliminarOjalá y quede ella impune por limpiar el mundo un poco.
Aunque pensándolo bien se hubiera enfrentado a largarse hace tiempo.
Es menos complicado.
Cuántos casos habrán así? Cruda historia.
ResponderEliminarMuy bueno.
Abrazos
Tristemente, es la única forma de librarse de esos seres grotescos. O él o tú.
ResponderEliminarAbrazos, Nick.
La triste realidad en muchos hogares, es feo tener esos sentimientos hacia otra persona, pero somos humanos y se entienden.
ResponderEliminarUn buen micro, te felicito
Un saludo
Aunque se lo merezca...No es bueno tomarse la justicia por su mano, o eso dicen...
ResponderEliminarBesos desde el aire
¡No des ideas, Nicolás, por favor!
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Cruda historia,pero el último toque la hace grande.
ResponderEliminarUn saludito^^
A veces es la unica salida que les queda. No es la mejor, pero...
ResponderEliminarBesitos
Me entristecen las mujeres que sueñan con una libertad incluso tras las rejas. ¡Son tantas y tan pobres de poder y esperanza!
ResponderEliminarBebe, hunde tus labios en la botella, moja tu boca del veneno que acabo de poner...cuando termines cierra los ojos y no los abras más.
ResponderEliminar1 beso.