Jugábamos en el cuarto del fondo. Cecilia machacaba una galleta para hacer la cena de las muñecas y yo recogía lo que había sido una escuela.
Fue entonces cuando oímos la voz de mamá, llamándonos por nuestros nombres.
Cecilia y yo dejamos los juguetes inmediatamente, nos cogimos de la mano y salimos a su encuentro. Atravesamos la pared y pronto descubrimos que, aunque nos podía oír, no había forma de que nos viese. Nos alegramos mucho, porque seguro que a mamá no le gusta el aspecto que tenemos desde el accidente.
Me dejó mal cuerpo,pero de eso se trata ¿no? me gustó.
ResponderEliminar¡Ay no juegues! Qué estrujante y sangrienta estuvieste aquí querida Luisa, y justo en Navidad, jaja. Saludos.
ResponderEliminarCrudo, duro, aspero.
ResponderEliminarMe deja un sabor amargo en el corazón.
Excelente micro.
Un abrazo.
Muy buen título. Le da toda su dimensión. Un beso desde el más acá.
ResponderEliminarSí tan sólo en un caso así pudiése haber algún contacto, pero el dolor permanente está retratado aquí.
ResponderEliminarHorriblemente perfecto. Vale el 10.
ResponderEliminarMe ponen los pelos de punta...Niños muertos...Muy bueno Luisa.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Estoy con Mar. El título es fundamental y ferpecto.
ResponderEliminarMe ha encantado. La muerte, por mucho que nos empeñemos en dramatizarla, no es sino una consecuencia de la vida.
Besos payasos.
Di que sí Luisa, que "El Sexto Sentido" era muy ñoño.
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