Hay quien tiene delirio de mártir, el de Marta era personaje de ficción; por eso, tenía por costumbre alquilar
una habitación de motel y darse largas duchas, mientras fantaseaba
esperando oír una melodía repetitiva y punzante. Incluso llegó a dejar
abierta la puerta de la habitación y entreabierta la del baño para
invitar al asesino, pero éste nunca llegó. Al final de su historia
terminó instalada en casa de su hijo, dándole conversación a diario, sentada en su mecedora, perfectamente disecada.
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De una manera o de otra, el delirio se cumplió... nunca se sabe como. Muy bueno!
ResponderEliminarAbrazos
Ser asesinada en el hotel me habría parecido menos cruel. Muy buen relato.
ResponderEliminarUn beso.
De tal palo...
ResponderEliminarfue por verdura y le dieron la papa!
ResponderEliminarjeje
saludos
Buscando que le acontezca algo,ya hara nuevos intentos.
ResponderEliminarBesitos de Arte.
Lo buscaba fuera y lo tenía en casa, jeje.
ResponderEliminarBesos desde el aire
...Es que tenía que ser así.
ResponderEliminarLa evolución lo requería.
Saludos.
De padres gatos dice el refrán que hijos mininos, aquí yo creo que hijos panteras sería más adecuado.
ResponderEliminarSaludos
Mmmmm... ¿y cómo se llamaba su hijo?... ¿Norman? :)
ResponderEliminar¡Saludos!
PD: Por cierto, muy bonita la imagen del cabezal, y tienes razón lo que dices de Galantz. Me encantan sus Pequeñas Bestias y las sigo desde hace un tiempo.
¿Te dió un ataque Hitchcockiano?
ResponderEliminarQué miedo! A mí tambien me ha recordado a Psicosis.
ResponderEliminarMuy bueno. Confundió el personaje pero no le guión. Relato muy bien tejido
ResponderEliminar¡Buen relato, David!
ResponderEliminarDa gusto ver cómo los protagonistas logran cumplir sus anhelos.
Un saludo.
Bien de una manera o de otra logró cumplir su anhelo.
ResponderEliminarBesitos
Muy buena la perspectiva..:)
ResponderEliminarUn abrazo