Un día intentó desterrarlos. Los echó a
patadas de su vida pero solo consiguió que volviesen con más fuerza. Con un
palo los golpeó hasta desfallecer; se marcharon arrastrándose y regresaron
erguidos a su puerta. Probó con todo lo que tenía en casa: atizador y taladro,
matamoscas y abrelatas. Incluso azuzó a su caniche experto en ladridos agudos.
Nada. Ellos permanecían a su lado, inmunes a cualquier intento de ahuyentarlos.
Resignado a vivir con ellos para siempre, decidió ignorarlos. Y los miedos, al
fin, lo dejaron en paz.
Del blog: Microrrelatos Ilustrados
La desesperación no es buena compañera de los miedos. Aprendió a vivir con ellos y los conjuró. Qué linda conjunción de micro e ilustración Sara!!
ResponderEliminarEs lo que se debe hacer con los miedos, dejar que se cocinen en su propia salsa.
ResponderEliminarUn micro preciso y acertado como los que te caracterizan.
Beso grandote, Sara
Sacamos toda nuestra artillería para erradicar los miedos, pero se hacen más fuertes si les prestamos demasiada atención. Al final lo mejor es aprender a vivir con ellos.
ResponderEliminarGracias Sandra y Patricia por vuestros comentarios.
Abrazos para ambas.
Me gusta!
ResponderEliminarMe gusta mucho tu micro. Encierra una gran verdad.
ResponderEliminarSaludos
Tiene mucho mérito, no es nada fácil ignorar tus miedos.
ResponderEliminarSara, muy buen micro y precioso dibujo. Me alegra ver tus dibujos aquí y tus textos.
ResponderEliminarUn abrazo
Es el mismo de tu blog, me gustó allí y me gusta aquí.
ResponderEliminarBlogsaludos
El miedo es como el eco, hay que dejarlo pasar.
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