Levantaste la mano con tu dedo índice en alto, tan ridículo como inesperado, y me señalaste el sur mientras retrocedías dos pasos.
Caminé como autómata, sin voltear, recuerdo que tenía la boca abierta por el asombro, la próxima vez que te encontré fui más directa.
Si aquella vez hubieses aceptado mi insinuación con agrado no estarías ahora amordazado bajo mi cama.
A veces no sirven las sutilezas...
ResponderEliminarMe gustó.
Saludos desde el aire
:)!
ResponderEliminarVaya qué impaciente, yo esperé dos años antes de amordazarlo jajaja.
ResponderEliminarAsí resultan las atracciones fatales.
ResponderEliminarParece ser que él la retó con la clásica pregunta,
¿Que parte de NO, no entendiste?
Da miedo señalar algunas veces. No me han amordazado nunca, y espero que no lo hagan. Prometo estar atento a las señales.
ResponderEliminarLe has realizado su sueño.
ResponderEliminarBlogsaludos