Soy nómada. Lo que algunos llaman pata de perro.
Acaso existo buscando el paraíso del que fuimos expulsados en la noche de los tiempos.
Y ahora,¿Qué sigue?
¿Ir a Nueva York y convertirme en una baja más de la violencia?
¿O ir a Dakota del Norte y ahí de seguro morir lentamente de aburrimiento?
Ninguna de las dos.
Aparece un loco con un barril de mezcal.Una cosa lleva a otra y acabo cambiando la casa por una lancha rápida.
La borrachera y la velocidad me estrellan contra la roca en aguas del caribe.
No sé si me encontraba desmayado o comatoso. En mi pesadilla el papa conducía un Ferrari y chocábamos.Me acordé de mi madre aconsejando no anduviese en malas compañías.
En intentos de recuperar el sentido todo era confuso.
Ahí tirado en el piso de la choza no entendía cual de los dos accidentes era el verdadero. Y menos entre los cantos de la tribu y el hechicero que oficiaba el ritual vudú.
El gallo despescuezado corrió a mi alrededor empapándome en sangre.
Me despierta el miedo de que me vayan a sacrificar. Rostizado de calor y con una resaca tal que hubiese preferido haber muerto. Y además ciego.
Una nativa se apiada de mis gritos y me explica que al brujo le había parecido risible hacer crecer unos pelos como púas en lo blanco de mis ojos
pero que ya,ya ya, y me los fué arrancando uno a uno. Y pude ver a todos.
Muchos dientes blancos que ríen de mi persona pegajosa de sudor y la hemorragia del animal.
Me dijeron que mi lancha podía estar reparada en una semana.
No quise esperar y me lancé al mar.
Nadaba desnudo y con un cuchillo en la boca, amén de poseído por la furia.
A los tiburones les causé temor y se alejaban a mi paso.
Habiendo agotado las fuerzas, me rescató la joven preciosa que daba la vuelta al mundo sóla en su velero.
Me habían contado muchos marinos acerca de ella, pero la creía un mito.
Acabamos de pasar las dos horas más felices de nuestras vidas.
Una historia con final feliz... No parecía que lo fuese a tener. Jeje.
ResponderEliminarSaludos desde el aire
Generalmente a los nómadas nos cambia la suerte con el cambio de lugar.
ResponderEliminar¡menyuda pesadilla! Luego se convierte en un idilio feliz... Lo mejor, acordarte de tu madre y sus consejos de no rodearte de malas compañías cuando soñabas con el papa...
ResponderEliminarEsperaba la tragedia y vino la sonrisa. Una sonrisa al final del cuento siempre se agradece.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias a todos por su visita y lectura a éste trozo de mi autobiografía.
ResponderEliminarjejeje Muy bueno,Carlos.
ResponderEliminar¡Claro que hay días así!
Saludos!