lunes, 6 de junio de 2011

ETERNIDAD

El profesor de Religión nos contó un día la leyenda del monje que tenía dudas sobre los goces de la vida eterna y yendo por el campo se quedó absorto escuchando el canto de un ruiseñor y cuando volvió al monasterio, creyendo que había pasado un instante, habían transcurrido trescientos años. A mis compañeros les gustó la historia, en cambio a mí me produjo mucho desasosiego ese desperdicio de tiempo y le cogí algo de miedo a que me entrara sueño. Creo que ahí comencé con el insomnio.

6 comentarios:

  1. El ruiseñor se llevó el tiempo del monje, como el sueño se lleva parte de nuestras vidas.
    Una historia interesante.

    Abrazos insomnes desde el aire.

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  2. Precisamente la faceta de eternidad es la que cambia la perspectiva de éste tipo de vida.
    El tiempo lo puedes dedicar a lo que sea y no hay desperdicio pues éste no se termina.

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  3. En ocasiones, en muchas ocasiones, los goces de la vida: comer, beber, amar, escuchar,... mal vistos, pueden ser tomados por una pérdida de tiempo; pero, muchos sabemos que en absoluto no lo son.
    También tú, Lola, que duermes perfectamente (no me cabe duda)
    Un beso.

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  4. Quedarse absorto en el disfrute de algo bello nunca puede ser una pérdida de tiempo, y si así fuese, estoy dispuesto a perderlo hasta el fín de los días. Un abrazo, Lola.

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  5. Carlos, Rosa, Luisa, Pedro, muchísimas gracias por vuestros comentarios.

    Besos a puñados.

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  6. Al menos da algo de tranquilidad saber en qué momento comenzamos a perder la cordura. Muy bueno.

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