Ha domesticado el viento en cuatro días y ya vuela como los mismos ángeles. Nadie me creería si algún día me decidiera a contarlo, pero Marta me lleva en sus brazos y sobrevolamos la ciudad. Parece poco masculino, lo sé. Pero es todo lo contrario: en realidad siempre hacen con nosotros lo que quieren. Anochece, y el crepúsculo la hace parecer tan bella. Sólo un estúpido como yo ignoraría que Marta ha aprendido a volar sólo para hacerme caer cada vez desde más alto.
Agarrate bien!!!
ResponderEliminarGracias por la sonrisa.
Saludos desde el aire
Eso es amor, sí señor. Le diste una buena vuleta al micro, jeje
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