sábado, 21 de mayo de 2011

Acto público

Cuando dejó en una palangana la cabeza y limpió la sangre que goteaba de sus manos en una pica de piedra colmada de agua sucia, entre el público asistente brotaron suspiros, avemarías y algún que otro reniego. Una mujer mayor se desmayó. Para la próxima, pensó Robespierre, deberíamos buscar a alguien más habilidoso para picar los ajos con que aliñar el asado popular del día de la república.

2 comentarios:

  1. uaaauh! ¿tiene alguna relación con la jornada de reflexión?

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  2. Odio pelar ajos, terminas con los dedos escocidos.
    Buen micro.
    Saludos desde el aire.

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