El Gran Ingeniero dio por finalizado el último de sus proyectos, el más ambicioso. Invirtió seis días y seis noches en crear lo que consideraba la partícula de la felicidad. Un prodigio nanotecnológico de dimensiones microscópicas y potencial infinito, que transformaría a los homínidos en dioses. Lo insufló en el organismo humano para que se integrase biológicamente en un cerebro que hasta entonces, sólo manejaba impulsos instintivos. Las primeras señales de cambio se produjeron de inmediato. El hombre comenzó a crear herramientas, a cultivar la tierra, a pastorear ganado y a expresarse con un lenguaje cada vez más elaborado. Luego vinieron las artes, lo que parecía indicar que el experimento estaba resultando un éxito. Entonces aparecieron las religiones, las fronteras, el hambre, las ciencias, y la guerra. A partir de ahí la humanidad entró en un proceso cíclico de progreso y recesión, de creatividad y destrucción, de iluminación y oscurantismo, que la condenó a la más absoluta infelicidad a lo largo de toda una era.
Decepcionado, analizó las causas de su fracaso. Procesó los testimonios recopilados en millones de oraciones, confesiones, diarios personales y sesiones psicoterapéuticas del último medio siglo. Los datos indicaron que la mente humana captaba un entorno permanentemente hostil ante el cual reaccionaba de forma inconsciente, generando sufrimiento. La conclusión fue decepcionante: el hombre aún no había comprendido que el cerebro no percibe la realidad. La crea.
Maravilloso relato que solo cuenta de ficción por la creación del prodigio nanotecnológico. Si lo dejamos a virtud de la evolución humana, no dista mucho de la realidad.
ResponderEliminarEnlazo una entrada que tiene mucha relación: http://superehore.blogspot.com/2011/03/optimismo-e-ilusion-iii-cuida-tu.html
La realidad la creamos, cada vez estoy más seguro.
ENORME ENTRADA! Con permiso, me la guardo.
El día que el hombre comprenda que su cerebro crea la realidad, se sentirá dios; y, para mi, que van a ser demasiados dioses en un mismo planeta.
ResponderEliminarUn beso.
Felicidades por este micro Pedro. Impecable!!!
ResponderEliminarUn placer leerte.
(Me has atrapado, con tu permiso, daré una vuelta por tu blog)
UN ABRAZO
Jodeeeeeeeeeeerrrrr ¡qué bueno!!!!!!!!
ResponderEliminarMe encanta, Pedro
Creemos-creamos
Un abrazo creador
Un abrazo Pedro.
ResponderEliminarJuanan
Sergio: Esa ha sido mi intención, partir de la historia de la humanidad, tal y como yo la concibo. Me alegra el entusiasmo que transmites en tu comentario y por supuesto que tienes mi permiso. Un abrazo.
ResponderEliminarLuisa: Si es el Ego el que se endiosa, los problemas seguirán. Si nosotros tomásemos conciencia de nuestro potencial "divino" creo que dejaríamos de hacernos daño. Un beso.
Patricia: Un placer tener una lectora como tú, tan agradecida. Pásate cuando quieras por mi blog que siempre habrá algo para picotear. Un abrazo.
Ana: Me encanta lo gráfico de tu primera expresión, y a mi ego también. Muy perspicaz esa polaridad creer-crear. ¿Creo en mi realidad o creo mi realidad? La felicidad no está muy lejos de esta dicotomía. Un abrazo.
Juanan: Me gusta saberte por aquí. Un abrazo.
Me gusta esa decepción :-)
ResponderEliminarSaludillos
Me gusta que te guste, Puck. Un abrazo.
ResponderEliminarInteresante historia, te seguiré leyendo, besos
ResponderEliminar(llegué aquí por mi amiga Belén)
Gracias por pasarte y dejar tu aporte, Mixha. Un beso para ti y otro para Belén.
ResponderEliminar