Había una vez una flor que rugía a las mariposas. De su corola caían los pétalos anaranjados como una larga melena de terciopelo, los pistilos largos eran afilados colmillos. De su tallo salían cuatro hojas, emparejadas dos a dos, que terminaban en afiladas espinas, esas eran sus garras. Se trataba de una flor-león, lo único que la diferenciaba de un león de verdad era que no podía moverse del sitio. Por eso las mariposas-cebras y las moscas-gacelas revoloteaban a su alrededor sin miedo, a pesar de los rugidos. Solo tenían que tener cuidado cuando soplaba el viento, pues impulsada por una ráfaga podía alcanzarles con algún zarpazo.
Puri Menaya
Precioso.
ResponderEliminarAprovecho recomendar el consumo de flores en sus ensaladas.
Igualmente planten muchas flores y promuevan la crianza de abejas en éstos momentos en que existe una mega conspiración para exterminarlas por grandes corporaciones de alimentos quienes intentan crear un monopolio de abejas producidas con ingeniería genética y patentadas.
Han enfocado éstos villanos su ataque contra los apiarios, pero si aparecemos miles que produzcamos miel en menor escala nada podrán contra los que prtejemos a la abeja que inventó Dios.
Instrúyanse en google : Bees and honey.
Gracias Carlos, Me gustan las flores, las abejas y los abejorros, pero no me los como, jaja.
ResponderEliminarDelicia de micro. la primera frase de antología: 'Había una vez una flor que rugía a las mariposas'
ResponderEliminarBello, bellísimo.
Provoca una sonrisa su lectura.
Besos!