sábado, 5 de febrero de 2011

NANINONINONA...


      
       Beatriz Archua, camarera y entusiasta del celuloide, tenía dos principios inquebrantables. No liarse con vates, merced al cual mantenía a raya su impoluto y casto honor, y el uso del corsé dentro del café. Así, cuando algún rapsoda trasnochado y maloliente le miraba los pechos, ella solía despacharlo con una cita prestada de sus heroínas cinematográficas. Esta actitud firme, incompatible con las cosas del querer y señalamiento inequívoco de un resfrío de amor mal curado, pareció desvanecerse un hermoso día de primavera. Y lo que no lograron hasta entonces cientos de miradas, lo logró una simple y humilde metáfora. Tropo que, amén de arrojar al cubo de la basura miedos, principios y corsés, alentó el tocamiento de uno de sus senos. Y que Beatriz, lejos de reprobar, bendijo con un sensual "Tócala otra vez, Sam".


Agustín Martínez Valderrama

7 comentarios:

  1. Beatriz no sabía con quiénes se la estaba jugando. Menospreciar a poetastros supone, a efectos prácticos, plantearles un reto. El poder de la metáfora es incuestionable.

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  2. Preciosa cinefilia culminada por el momento hormonal.

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  3. Me encanta!!! No sé como has podido escribir esto, pero me parece alucinante
    Un abrazo

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  4. el poder oculto de los tropos!! Muy original, Agustín! Me encantó!

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  5. Beatriz era ¡mucha Beatriz!... ¡Tocá-me-la otra vez!
    Muy bueno, muy, muy, bueno.

    Un abrazo.

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  6. Je, je, estupendo Agus,
    suerte de citas cinematográficas, esta le vino al pelo ;-)
    Abrazos

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