- Una semilla en esta tierra desolada – dice antes de escupir.
El sargento es un poeta. Capaz de matar sin mancharse las manos y comer después sin arcadas.
Él es metáfora de la guerra y procura excusas a nuestro miedo a base de frases estúpidas.
Nos mantiene apretando el gatillo, disparando contra sombras en la distancia, quizá matando golpes de viento o bolsas de plástico que giran en el aire entretenidas por servir como diana.
Dejamos el suelo lleno de casquillos de bala y seguimos andando.
Sembramos semillas de acero para una vida mejor.
Plantamos al menos la muerte, dice él, donde nadie quiere plantar nada.
Gran relato, estremecedor pero lleno de vida, de angustia de muerte y de poesía.
ResponderEliminarMuy buen relato. Es imposible quedarse impasible ante este tratado de estudio del comportamiento y la autoridad.
ResponderEliminarLa muerte estaba ya sembrada, por eso nadie se atreve a plantar nada.
Un abrazo
Plantar muerte donde nadie quiere plantar nada, por desgracia es un relato muy real.
ResponderEliminarun saludo
(Agradezco vuestros comentarios y críticas.
ResponderEliminarUn saludo).
Ya deberían eliminarse mundialmente estos desperdicios de nuestros impuestos, en mantener gente así y su equipamento.
ResponderEliminarBuen relato, sobre la tragedia de la guerra. La muerte sin sentido me deja sin palabras
ResponderEliminarImpresionante la comparación y lo bien hecho.
ResponderEliminarBiquiños.