jueves, 13 de enero de 2011

La princesa

A él le gustaba escribir cuentos. A ella le gustaba vivirlos. Hizo de él su paladín forzoso rescatándola de dragones encarnados en porteros de discoteca. Siempre tuvo una curiosa habilidad para perder zapatos por doquier y aunque no se llama Alicia adora viajar al País de las Maravillas.
Últimamente pasa tanto tiempo allí que él se ha visto obligado a encerrarla en una torre de oro, como aquella Rapunzel. No hay trenzas para llegar a ella. El Diazepam hace las veces de escalera.

Blog: Palabras Preci(o)sas

6 comentarios:

  1. Estas son las princesas actuales, atiborradas a Diazepam. Abrazos.

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  2. Es bueno y duro. Me encanta como has buscado y encontrado puntos de conexión con los cuentos infantiles que todos conocemos.
    Es algo que me encanta, siempre.
    Abrazos.

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  3. La princesa se convirtió en rana.
    En realidad ese el verdadero cuento.

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  4. Las princesas químicas pueden curarse con un ayuno de agua y quitarse de la cabeza que el mundo tiene que ser fácil.
    Las grandes obras no fueron construídas por gente que se sentía bien todo el tiempo.
    Solo los mercaderes de químicos y sus asociados se benefician de propagar éstas curas, hay que saber enfrentarse a la ansiedad, es nuestra.

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  5. ¿Y no será él quien necesite el Diazepam para encontrarse con sus sueños? A quien le gusta vivir los cuentos busca la aventura en la vida: Otros se refugian en los cuentos para no querer vivir

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  6. Supongo que todos tenéis vuestra parte de razón.
    El caso es que es difícil vivir una vida tan prosaica y vulgar para alguien tan soñador.

    Gracias a todos por vuestros comentarios,

    Sara

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