Podéis pensar que no, pero un hombre habita dentro de ese uniforme.
Y al hombre escondido dentro de ese uniforme las cosas le duelen.
Le dolió. Sí. Le dolió hasta la locura.
Así subió hasta la azotea, loco.
Y saltó, dentro del uniforme.
Quienes lo vieron, creyeron que
era un muñeco que caía,
tan colorido.
Sólo sintieron que había un hombre dentro
cuando su cara topó con el suelo,
ante la peluquería
Allí la mujer barbuda (su mujer barbuda)
había decidido cambiar de vida,
empezar de cero.
Ahora una sonrisa de payaso saluda
(incrustada en la baldosa)
a todo aquel que quiera
que lo rasuren.
Hugo Cueto
Hugo, a pesar de que el blog así lo pide, sólo en dos ocasiones he puesto nota. En otro y en esta. Un 10 para mi criterio. Un excelente.
ResponderEliminarUff...
ResponderEliminarImpactante impacto ante la mujer barbero.
Me gustó.
Un abrazo
Patricia: a mi tampoco me llama demasiado el tema de puntuar relatos :D Pero de cualquier modo, tu comentario me abruma. Gracias.
ResponderEliminarBice: No se me había ocurrido que la mujer barbuda estuviera liada con el barbero, aunque desde luego sería una unión económicamente lógica.
Saludos.
Hugo, impactante y visual este relato, ya que se han sumado a puntuar, yo también quiero!!!
ResponderEliminarUn abrazo admirado
Muy bueno, impactante, directo. Es un relato con ritmo. Saltamos con el payaso al vacío.
ResponderEliminarAnita: Impactante por lo de la caída, ¿verdad? Abrazos para ti también.
ResponderEliminarPuri: No saltes con el payaso, mujer, la vida es bella. :D:D Gracias por los alagos a mi relato y por comentar. Saludos y encantado.