sábado, 22 de enero de 2011

1944, BOSQUES DE HÜRTGEN

En los bosques de Hürtgen, cuando el viento de este otoño arrecie – algunos simplemente dirán sople – las copas de los árboles se mecerán como el fuelle oxidado de un viejo acordeón. Aferradas a un minúsculo hilo de vida, las hojas ocres resistirán aún el envite virulento de las primeras ráfagas. Pero no transcurrirá mucho tiempo antes que una de ellas ceda, oscile y se precipite al vacío, deslizándose en espiral hasta alcanzar el suelo. Luego le seguirán todas las demás; una tras otra, cubriendo por completo la superficie del sotobosque. Urdiendo así un plúmbeo tapiz de hojarasca que cobije – algunos simplemente dirán que entierre – los cuerpos sin vida de miles de jóvenes soldados.

Agustín Martínez Valderrama

6 comentarios:

  1. Esto es lo horrible que surge del hombre obediente, quien se plega a reglamentos cual si fuésen sagrados y es convencido de que participar en masacres tiene tintes heróicos.
    Un retrato serio y pleno de una fuerza triste por su poder y nitidez.

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  2. Extraordinario texto Agustín. El giro final, insuperable.
    Chapeau!!!

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  3. Felicidades Agustín por la belleza y la dureza que recreas en tan pocas palabras.
    Un saludo.

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  4. Me ha dado placer volver a leer este gran micro.
    Un abrazo, Agus.

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  5. Cuando lo he leído lo he reconocido a medias, así que me he vuelto a llevar la sorpresa final. Y lo digo una vez más, está tan bien escrito...
    Abrazos

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